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El banquero espiritual El testimonio del dueño de un banco cuya vida cambió luego de superar una grave crisis de estrés gracias a la meditación. Y de cómo llevó ese beneficio a su empresa.

La operación de cadera como consecuencia de una artrosis galopante que casi lo dejó sin caminar fue, para el empresario y economista Santiago Ardissone, dueño del Banco Columbia, mucho más que una compleja intervención quirúrgica. Durante tres meses, este hombre de hábitos rigurosos y racionales se encontró, a los 48 años, tirado en la cama de su casa sin otra actividad más que leer y pensar en lo que había hecho de su vida.

“Gracias a eso encontré el momento de meditar”, cuenta hoy, a los 58, sentado en una de las seis salas de la flamante Fundación Columbia de Conciencia y Energía que preside en el corazón del barrio de Palermo, mientras se prepara para la inauguración oficial de su emprendimiento el 4 de mayo próximo en el Teatro General San Martín, con la presencia de Deepak Chopra como invitado especial. 

“Me puse a buscar quién me podría ayudar. Un conocido me recomendó clases de meditación con una psicóloga y ella me vinculó con la gente de Vortex Healing, una disciplina de sanación energética que fue mi puerta de entrada a una calidad de vida mejor”.

En silencio, sin comentar más que a sus muy íntimos lo que estaba haciendo, fue modificando lentamente su día a día. “Me di cuenta de que me movía en una tensión infernal, y que eso me había estresado al punto de enfermarme…”, dice y recuerda el escepticismo que lo rodeó desde un principio: “Ahora hay mucha gente a la que le interesa esto. Hace veinte años decías que meditabas y te decían '¿qué te pasó?: ¡te rayaste! Vas a terminar en el Himalaya´”. 

Transformaciones

Cuando estuvo repuesto físicamente, se encontró frente a una transformación que no esperaba. Decidió no trabajar más por las mañanas y empezó a matizar las finanzas con la lectura, el deporte (gimnasio y tenis) y la meditación diaria, a solas, y en grupo una vez a la semana. 

“Meditar es sencillo, básicamente se trata de aquietar la mente. En mi caso, me concentro en hacer una respiración típica budista, vipassana...”, dice. “Pero también existen otras técnicas de sanación, que permiten concentrar la energía en un tema preocupante y tratar de desbloquearlo: te duele la cabeza o la panza, entonces vos mismo u otra persona puede acercar la mano y transmitir energía. Lo mismo si estás estresado o deprimido. Si uno logra equilibrar la energía del cuerpo enseguida se siente mejor”, asegura.

Ardissone cuenta que buscó apoyo para extender su búsqueda de un modo más institucional y que en Internet detectó dos grandes centros de espiritualidad en los Estados Unidos, uno en California y otro en Nueva York. Decidió probar fortuna en este último y así se acercó al Omega Institute. “Se mostraron muy abiertos. Les pareció que era bueno hacer un lanzamiento internacional y así nos pusieron en contacto con personalidades como Deepak Chopra o Caroline Myss, que vendrán a participar de nuestra inauguración internacional”, comenta. 

La city espiritual

Contento con los “cambios que iba bajando”, Ardissone le propuso a sus empleados que hicieran meditación. Publicó en la intranet del banco un texto invitando a quienes quisieran sumarse a un curso de ocho clases. Se inscribieron cuarenta de los ochocientos de planta, a razón de una vez por semana, una hora y media de duración. Quienes lo tomaron pronto empezaron a notar diferencias sustanciales. “Alguien al que le costaba conciliar el sueño empezó a dormir mejor, otro se animó a hablarle al jefe… Detalles del día a día…”, comenta Ardissone, quien también descubrió en sí mismo, según dice, cómo ahora se enoja menos, cómo escucha más que antes.

El espacio que Ardissone fundó en Palermo dispone de 800 metros cuadrados, seis salones y un auditorio; allí habrá también un bar a la calle y librería con todas las novedades existentes en la materia, según prometen.  “Fue una inversión personal, no muy rentable…”, reconoce. “Tengo el objetivo de que sea autosustentable. No sé si lo voy a lograr…” 

En el volante de la Fundación se explican cuáles son las puertas de entrada al autoconocimiento: desde el cuerpo (bioenergética, Qi Gong, Feldenkrais, Tai chi, biodanza); la mente (meditación, vipassana, zen, trascendental, mindfulness, canto armónico); el espíritu (constelaciones, astrología, arquetipos, mitología, lenguaje sagrado, chamanismo); la energía (Reiki, memoria celular, sanación energética, Vortex Healing, sat nam rasayan) y el estudio de las tradiciones (kabbalah, sufismo, budismo, espiritualidad judeo cristiana y el I Ching). 

¿Cuánto incide la tranquilidad material para dedicarse a este tipo de búsquedas? “Son búsquedas muy baratas, un curso de meditación es prácticamente gratis”, dice. “Y meditar es dedicar veinte minutos por día. Lo podés hacer en el colectivo o en el tren.”

“Este sistema de funcionamiento del esquema capitalista racional nos está tensionando cada vez más", reflexiona. "Me gusta el desafío de emprender una búsqueda diferente. A mí me hizo bien. Me parece que vale la pena hacerlo y esperar que tenga buena repercusión. Y que el día de mañana surjan otras fuentes de financiamiento. En otras partes estos emprendimientos funcionan con donaciones. Veremos qué pasa...”, dice y va pidiendo permiso porque ya es hora, bueno, de “volver al banco” para continuar con las tareas del día

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