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Yoga de la música: un método de conexión y sanación

El yoga de la música permite experimentar la música como un puente hacia el autoconocimiento, la conexión con los demás y la sanación.

Por La Nación

Desde que tengo memoria, la música ha sido mi constante compañera. Recuerdo mis intentos iniciales de tocar el piano de mi madre. Como ella, yo me gradué como profesora de música, de piano y flauta traversa. Pero algo me impulsaba a trascender las fronteras convencionales.

Compartía mis clases, conciertos, ensayos, encuentros musicales, y me cuestionaba el sentido profundo, el para qué estaba haciendo música. Como en todo lenguaje, la escucha es fundamental, y en mi caso, como música, estaba puesta al servicio de escuchar qué sonaba, cómo sonaba, qué instrumentos estaban tocando, etc, pero…¿y mi propia escucha? ¿Qué estaba sintiendo mientras tocaba o cantaba? ¿Cantaba siempre? ¿Cómo iba a cantar, si cantar era para los que estudian canto?, ¿conocía mi voz?, ¿me gustaba?, ¿era correcto cantar sin ser cantante?. Todas estas preguntas comenzaron a aparecer en mí, hasta que me aventuré en la música de la India, aprendí a tocar el sitar, exploré la filosofía comparada de Oriente y Occidente y la meditación.

India me trajo una mirada ancestral que muestra que explorar la voz, no sólo es para quien esté abocado al estudio de la música. Me ayudó a entender a la música como un medio para comunicarnos con el universo, con uno mismo, con todo lo que nos rodea. Cantar es una expresión universal disponible para todos.

Fueron años de explorar cómo transmitir una técnica que permitiera utilizar nuestro cuerpo y nuestra voz como instrumentos de comunicación auténtica y profunda hasta que diseñé una pedagogía distinta: El yoga de la música. Este método está diseñado para personas de todos los niveles, desde músicos experimentados hasta aquellos que se acercan a la música por primera vez. Creo firmemente en que todos poseemos la capacidad de hacer música a través de nuestra voz y de comunicar lo que sentimos a través de ella.

En el corazón del Yoga de la Música se encuentra la idea de que nuestro cuerpo es un instrumento perfecto, y que cada nota musical vibra en un lugar específico de nuestro ser, en conexión directa con nuestros chakras. Los chakras, según la tradición hindú, son centros de energía que regulan nuestras funciones físicas, emocionales y espirituales. A través del canto de las siete notas, podemos armonizar y equilibrar estas energías, permitiendo que la serenidad y la paz interior florezcan.

La voz humana, situada en el chakra laríngeo, es fundamental en este proceso de armonización. Sin embargo, con frecuencia, este centro de comunicación y autenticidad se ve bloqueado por nuestras propias inhibiciones y miedos. La práctica del Yoga de la Música nos invita a hacer espacio para escucharnos a nosotros mismos, a comprender y valorar nuestras emociones, y a expresarnos con autenticidad y verdad.
 

“Nosotros somos energía. De hecho, podemos medir la energía del corazón con un electrocardiograma; la del cerebro, con un electroencefalograma; la de los conductores nerviosos, con un electro miograma, y emanamos un aura de luz igual a la que le vemos a los cables de alta tensión en el campo cuando la noche está oscura.


Los orientales, chinos, tibetanos, japoneses, hindúes saben esto desde hace 6000 años. Los occidentales solo lo aceptamos a partir de que un señor llamado Semyon Kirlian inventó en 1939 una máquina que permitió ver y fotografiar el aura y sus colores” nos cuenta Nora Faiman, cantante y egresada del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Muchas veces el estrés del día a día, las preocupaciones o cualquier acontecimiento que nos impacta, puede acabar afectando a este flujo de energía y bloquear los chakras. La meditación a través del sonido y nuestra voz, es una de las mejores formas de alinear la energía. 

Cantando las siete notas, comenzando desde la raíz hasta la coronilla, todo el cuerpo comienza a vibrar, y las vibraciones comienzan a trabajar sobre nosotros y nos ayudan a relajar las tensiones. Durante los últimos diez años me dediqué a llevar el Yoga de la Música a personas de diferentes culturas y horizontes a través de clases, seminarios, talleres y retiros. Me impulsa el deseo de que, a través de este método, todos puedan experimentar la música como un puente hacia el autoconocimiento, la conexión con los demás y la sanación. En definitiva, que todos puedan renovar el vínculo con la vida a través de la voz y el movimiento en relación a nuestra propia escucha.

Florencia Haladjian, es directora de la formación de Yoga de la Música, Fundación Columbia

Fundación Columbia de Conciencia y Energía
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